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Mensaje por Louise Lindemann Dom Ago 12, 2012 9:49 pm

El sonido de los murmullos y de los pasos apresurados de las personas era opacado por el ruido de los trenes que pasaban a toda velocidad por los rieles. Recordaba que la última vez que había estado allí fue cuando los Cazadores (como usualmente los Renegados llaman a esos vampiros o licántropos que se encargaban de cazar a los humanos que no querían convertirse en mascotas) la llevaron al Hospital de la ciudad para que le hicieran un "par de estudios" (los cuales terminaron dejándole el peor trauma de su vida).

Soltó un suspiro y sacó su celular del bolsillo de su chaqueta. Al encenderse la pantalla, el reflejo de una desconocida se hizo presente: aquella chica que le regresaba la mirada tenía el cabello hasta los hombros y peinado en unos ligeros tirabuzones; su cabello era negro como la noche; y, si no hubiera sido por los ojos azules que buscaron la hora en una de las esquinas del aparato, estaba segura de que no se hubiera reconocido.

Se había pintado el cabello de negro, maquillado e incluso se atrevió a ponerse ropa ligeramente atrevida, sólo para parecer una chica humana de 24 o 25 años, y vaya que lo había logrado. Hasta ahora nadie había sospechado nada, y si seguía así estaba segura de que pronto llegaría a Portsmouth, dónde un viejo conocido la esperaba para darle su boleto para el crucero que la llevaría hasta Francia. Habían falsificado un par de papeles para que ella pudiera obtener una credencial y otros documentos que le permitirían moverse de país a país hasta llegar a Alemania, dónde comenzaría su vida desde cero.

¿Qué chiste tenía quedarse en Inglaterra ahora? El hombre al que ella amaba la odiaba, habían asesinado allí a su primer novio y en ese lugar era dónde se concentraba más la caza de humanos. Quería empezar una nueva vida, lejos de todo aquello, a pesar de que extrañaría a los pocos amigos que había hecho en la Academia. Por un momento se preguntó si hubiera sido mejor despedirse de Tomas directamente, pero luego se dijo a sí misma que el belga hubiera hecho hasta lo imposible para evitar que se fuera. Y ella no podría aceptar eso, necesitaba alejarse de la Academia, de su pasado, de Bent...

Son las dos cincuenta y dos... pensó al ver la hora en su celular. Faltaban sólo ocho minutos para que su tren llegara, y entonces sólo estaría a un paso de la libertad. Intentó relajarse un poco, aunque aquello realmente era difícil; tenía los nervios de punta y el pulso acelerado. Un sabor metálico apareció en su paladar, y su cuerpo se tensó, casi como si estuviera nerviosa por culpa de un examen final, o algo por el estilo.

Para intentar distraerse, miró a su alrededor. Sus ojos se toparon con una pequeña familia de humanos (o quien sabe, tal vez serían hombres lobo o vampiros), la mujer entretenía a su bebé mientras que el hombre le preguntaba a un policía dónde se encontraba el andén 7. Su corazón dio un vuelvo al ver a la pequeña criatura que se refugiaba entre los brazos de su madre, y es que no era para menos, su sueño siempre había sido el formar una familia y vivir tranquila, alejada de los vampiros y los licántropos. Pero aquello nunca se haría realidad, y Louise ya se había hecho a la idea de que nunca tendría bebés.

Suspiró nuevamente, mientras que negaba ligeramente con la cabeza. ¿Qué ganaba al pensar en todo eso? Lo mejor era olvidarlo ya y centrarse en lo que vendría ahora. Desde que había llegado a la Academia, su único objetivo había sido escapar de allí alguna vez para regresar a Alemania, dónde se encargaría de buscar alguna pista sobre su familia, la cual aún no sabía si tenía. Al principio había tenido dudas sobre todo eso, sobre todo desde que conoció a Bent. Pero ahora... estaba más que segura de que ésto era lo correcto.

Tomó su pequeña maleta y la colocó en su regazo cuando notó que una pequeña banda de chicos se acercaba hacia la banca dónde se encontraba ella, esperando a que su tren llegara. Parecían unos vagos, ya que su ropa estaba ligeramente desgarrada y usaban pantalones holgados. Supo, por el aspecto físico que tenían, que no eran ni humanos ni vampiros, sino hombres lobo; por lo tanto, debía de evitarlos a toda costa, ya que nunca había luchado contra uno y no conocía su fuerza (además de que no quería llamar la atención ahora).

Pero al parecer el karma traía algo contra ella, puesto que uno de los chicos le dio un codazo en las costillas a su amigo más cercano y la señaló. Louise se alteró un poco por ello, pero no lo demostró, y se limitó a aferrarse con fuerza a su maleta y mirar hacia el frente, como fingiendo que no los había notado.

- Oi, muñeca, ¿qué haces tan sola en un lugar como éste? - preguntó uno de los chicos, mientras que tomaba asiendo a un lado de la rubia y pasaba su brazo por sus hombros -. Deja que te hagamos compañía un rato, ¿quieres? - preguntó con malicia, a pesar de que la germana pasó de él olímpicamente.

Uno de sus amigos se enfurruñó al ver que la otra los ignoraba, por lo que la sujetó bruscamente de un brazo para así llamar su atención de una vez por todas.

- ¡Oye, te estamos hablando, estúpida humana! - siseó, dejando ver sus caninos. Louise sudó frío, pero no iba a dejar que ellos la asustaran. Ya estaba harta de ser la muñequita de porcelana que no se quejaba ante los insultos o tratos de los demás. Frunció el ceño, y con un brusco movimiento, hizo que el otro la soltara.

- Déjame en paz, imbécil - gruñó, sabiendo que aquello bien podría ser su sentencia de muerte.

--------------------------------------------
-muere con su biblia- (?)
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Mensaje por Bent Densen Lun Ago 13, 2012 10:56 am

La noche cubría todo el cielo con su manto negro y perlado de los destellos estelares, perfectamente apreciables en ese firmamento despejado. La media luna de ese día podía apreciarse con un tamaño considerable, cosa que seguramente les alegraba a los pulgosos hombres lobo. Aunque en ese momento no estaba precisamente con toda la disposición como para detenerse a apreciar el cielo ni nada de eso, caminaba apresuradamente en medio de toda la gente que saturaba las calles, tratando de centrarse en el aroma de Louise, el cual había encontrado difuminado por allí hace un rato, y no podía evitar maldecir a cada tonta mujer que pasaba bañada en perfume, saturando su sentido del olfato y haciéndolo perder por momentos ese rastro que seguía tal cual sabueso.

Harto de todo el gentío, optó por trepar al tejado de una de las casas con un par de saltos hasta llegar. Una vez allá arriba se tomó su tiempo para observar los alrededores desde la altura, procediendo entonces a cerrar su ojo para centrarse en captar su aroma. El aire allí arriba no estaba tan infestado como el que circundaba por las calles, era más fresco y le suponía mayor facilidad para rastrear. Le tomó un par de minutos el indagar en todos los olores que percibía, pero finalmente consiguió encontrar de nuevo ese aroma tan conocido para él. Abrió su ojo y miró en dirección donde provenía la fragancia, siguiendo visualmente un recorrido por una calle paralela, algunos edificios y casas hasta llegar al distrito comercial y la estación de trenes, que eran los lugares en donde podía encontrarse ella.

Y tomando en cuenta que ella había escapado, lo más seguro era que estuviese en la estación de trenes.

Respiró hondo con un suspiro antes de saltar de tejado en tejado para apresurar el paso y llegar sin complicaciones a dicho lugar, notando que a medida que se acercaba, confirmaba su teoría, puesto que el aroma de Louise se intensificaba hacia la estación de trenes. Se tomó la molestia de bajar y entrar como una persona normal para ser más discreto y que ella no saliera corriendo si lo llegaba a ver, y entonces trató de localizarla con la vista. Pero había demasiada gente y muchos colores viniendo de acá para allá como para concentrarse en esa rubia cabellera corta.

Quizá si intentaba de nuevo con su olfato...

Se detuvo en seco al percibir el aroma a perro en el aire. Aquella estación parecía estar repleta de hombres lobo, aquellos a quienes precisamente quería evitar... fantástico, ahora tenía que encontrarla antes de que lo hiciera uno de esos pulgosos y le pusiera un dedo encima a la otra. Después de todo, sabía que los lobos eran muy dados a seguir sus instintos y reaccionar ante cualquier impulso a lo salvaje, y considerando el tamaño de los pechos de Louise... bueno, estaba claro que en cuanto la vieran se le tirarían encima para violarla.

Divagando entre sus pensamientos, le llamó la atención un grito que se escuchó por entre las voces que flotaban de acá para allá. Era la voz de una chica soltando unos cuantos insultos... pero él reconocía ese tono de voz, y ese aroma también. Se giró rápidamente, encontrándose con un grupo de esos molestos lobos adolescentes acosando a una chica de cabello negro, cosa que por unos instantes lo desconcertó. Iba maquillada, por lo que se le hacía difícil reconocerla, hasta que su mirada bajó hacia sus pechos. ¡Podía reconocer esos pechos donde fuera!

Sin pensarlo dos veces, se lanzó al sujeto que más la estaba tocando para meterle un puñetazo en medio de la cara, hundiéndole la nariz y mandándolo a unos cuantos metros de distancia, cosa que causó bastante conmoción en la estación, puesto que llamó la atención de más de uno. Pero a él aquello lo traía sin cuidado en ese momento. Se giró para fulminar con la mirada a los otros lobos que quedaban, generando un choque de miradas afiladas en cuanto los dos bandos de enemigos naturales hicieron contacto visual.

-¿Se puede saber quién les dio permiso de tocar a mi humana, sarnosos?- Siseó furioso, con sus colmillos completamente visibles y crecidos para respaldar su amenaza. Aunque estaba claro que los lobos estaban confiados por ser mayoría, y al tratarse de un vampiro, con gusto iban a aceptar el reto y devolverle el gruñido, enseñando más los dientes afilados.

Felizmente habría seguido con eso para patearles el trasero, pero el silbido de un policía de la estación que se aproximaba al percatarse del alboroto los hizo centrar la atención en el nuevo problema. Chasqueó la lengua molesto, y aprovechando que todos se encontraban distraídos, tomó a la otra por la muñeca para levantarla y jalarla hacia dentro de un pasillo atestado de gente, donde se perdieron entre la multitud y consiguieron salir de la estación de trenes para inmediatamente ocultarse en un callejón más oscuro y solitario.

Allí la encaró y la sujetó de los hombros para mirarla fijamente. Estaba molesto, eso era evidente. Pero también se había preocupado demasiado por ella.

-¡¿Eres tonta o qué te pasa?!- Fue lo primero que espetó, para luego soltarla y suspirar frustrado en un intento por calmarse. -¿Cómo se te ocurre escaparte de esa forma de la academia? ¿Tienes idea de lo que les sucede a las chicas jóvenes como tú aquí afuera?- Comenzó a regañarla como hace mucho no hacía. No se había puesto en ese plan desde que discutió por última vez con Erza acerca de fugarse de casa y unirse a ese gremio. -¿Qué pensabas que podías hacer por tu cuenta? ¡Eres presa fácil! Pudo haberte pasado cualquier cosa, ¡sólo mira al grupo ese de sarnosos! Lort...- Se recargó contra la pared contraria y elevó la vista al cielo al caer en cuenta de que realmente se estaba poniendo en plan de padre regañón otra vez. -Debiste haberme dicho desde un principio como eran las cosas- Soltó finalmente, con un tono ya más calmado, mientras pasaba a mirar un punto en el suelo y guardaba sus manos en los bolsillos.
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Mensaje por Louise Lindemann Lun Ago 20, 2012 3:48 pm

- Oh~ así que la pequeña se ha puesto brava~ - rió uno de los licántropos que poco a poco comenzaban a invadir su espacio personal.

Louise tuvo que retirarse un poco hasta sentir como el metal de la banca se pegaba a su espalda. No tenía miedo, la adrenalina que corría por su cuerpo a causa de los nervios de su escape le hacían sentirse "envalentonada" y con ganas de patearle el trasero al tipo que prácticamente tenía su mano a escasos centímetros de su muslo interno (tal vez fue mala idea haberse puesto una falda). Con un leve tic en su ojo, se preparó para meterle un puñetazo en la cara, importándole poco que después los otros se abalanzaran contra ella, sin embargo alguien se adelantó.

Y precisamente, ese alguien era a quien menos quería ver ahora.

Se quedó sin palabras al ver al pelirrojo allí, y hasta por un momento se olvidó de dónde estaban, con quién y que hacía ella allí. Sus emociones eran todo un caos, especialmente porque tenía unas increíbles ganas de abrazarlo pero al mismo tiempo de golpearlo en sus partes nobles y castrarlo con una cuchara caliente. ¿Qué demonios hacía Bent allí? ¿Por qué justamente ahora? ¡¿Y por qué se atrevía a llamarla su humana?!

El sonido del silbato le hizo pegar un brinco por el susto. Fue entonces como logró reaccionar un poco y recordar porqué se encontraba en una estación de trenes, aferrada con fuerza a su maleta y mirando insistentemente el reloj que estaba en uno de los pilares.

Faltan cuatro minutos... fue lo que atinó a pensar antes de que Bent la sujetara de la muñeca y la arrastrara -literalmente- hacia la salida de la estación. Se resistió; comenzó a soltar varios insultos y a jalar de su brazo con la esperanza de que el otro la dejara en paz, pero no logró hacer la gran cosa. Él era más fuerte, siempre lo fue, y era por eso que ella siempre le tuvo miedo a pesar de que el otro nunca le pegó. Pero ahora ya no se iba a dejar intimidar, por lo que se resistió hasta que él detuvo su andar en el callejón. Si no hubiera sido por la luz de la luna, no habría visto más allá de su nariz.

Si bien las palabras del otro no le importaron mucho, lo que la dejó en un pequeño estado de "shock" fue el verlo tan molesto. Instintivamente recordó aquella vez cuando estaban en la sala de música y él le había quitado el contrato. Es verdad... susurró en su cabeza, llevando su mano libre -la que no se aferraba a su pequeña maleta- hacia su pecho, allí donde su corazón latía desenfrenado. Por un instante se sintió pequeñita y tonta, justo como aquel día, pero se recordó a sí misma lo que iba a hacer y que el otro ya no tenía poder sobre ella.

Fue por eso que cuando el otro terminó de hablar y se recargó contra la pared, sus pies se impulsaron de forma automática y su puño se estampó contra una de las mejillas de él, usando toda la fuerza de la que era capaz de ejercer. Si bien ahora sus nudillos le dolían, Louise nunca se había sentido tan aliviada como en ese entonces.

- ¡¿Qué demonios fue eso de "tu humana", imbécil?! ¡¿Olvidaste que fuiste tú el que me quitó el Sello?! - espetó, saliendo de su estado de sopor y desquitándose de una vez por todas -. ¡¿Y qué mierdas haces aquí, eh?! ¡Nunca pedí tu ayuda! ¡¿Y acaso crees que soy tan estúpida como para dejar que unos licántropos me hagan algo, ah?! ¡¿Se te olvida quién tuvo que sobrevivir en la intemperie durante casi dos años, viviendo todas las noches con el temor de ser asesinada?!

Respiró hondo y dejó caer su maleta para apretar sus manos en dos puños. Se estaba conteniendo para no meterle otro puñetazo, o en todo caso, un puntapié en la entrepierna o la espinilla.

- ¡¿Cómo esperabas que te hablara de aquello si tú nunca te interesaste por mí?! Y en todo caso, sólo era tu Mascota, ¡podía darle mi sangre a quien yo quisiera! - vale, sabía que todo había sido su culpa, pero estaba tan cabreada que no pensaba bien en lo que decía. Si no le había contado nada, era porque conociéndolo, lo primero que haría sería golpear a Kei, y por lo tanto, aunque regañaran al otro, Bent también saldría perdiendo. Y estaba más que claro que no le hubiera dado su sangre a nadie más que al pelirrojo -. ¡¿A qué viniste?! ¡¿A intentar lucirte como el caballero que rescata a la princesa?! ¡Yo no quiero que me rescates, porque principalmente, fuiste tú mi razón por la que me fui de la Academia! ¡Así que ándate por allá con una de tus putas, porque yo ya me cansé de ser una muñeca de trapo!
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Mensaje por Bent Densen Lun Sep 17, 2012 7:04 pm

De un pronto a otro, apenas se recargó contra la pared para tratar de calmarse, sintió el fuerte puñetazo que la otra le clavó en la mejilla, consiguiendo voltearle la cara por la fuerza del impacto. En esos momentos no habló, no se quejó, no se movió, y su expresión no mostraba ni siquiera sorpresa, pues dentro de todo, sabía que se merecía ese puñetazo. Aunque lo que sí no esperó fue que de verdad se atreviera a golpearlo, mucho menos a soltarle toda esa sarta de maldiciones y a gritarle de esa forma, mostrándole esa faceta violenta y desafiante que tenía bien oculta. Si bien era cierto que ella tenía mucha razón en algunas cosas, y era por ello que dolían cuando se las restregaba en la cara, hubo otras en las que estuvo bastante tentado a frenarla para atacar él por su parte.

Pero no lo hizo, y en todo momento se mantuvo callado, limitándose ladear lentamente su rostro serio para volver a mirarla, escuchando atento sus reclamos.

Una vez que la alemana terminó de recriminarle todo en la cara y la vio calmarse, tomando grandes bocanadas de aire por todo el griterío, se permitió suspirar también para abandonar ese semblante y mostrar una de sus clásicas pero tenues sonrisas divertidas. Cerró su ojo con calma, y sin importarle si con ello la hacía enfadar más, volvió a abrirlo para mirarla de la misma manera, aunque un tanto más relajada. De cierta forma, por más que se enojara y le gritara, prefería mil veces verla así, sin ninguna máscara de docilidad y mostrándose como ella realmente era.

-¿Terminaste?- Fue todo lo que preguntó, con un ligero tono burlón, como si le hiciera gracia.

Con sus manos guardadas en los bolsillos del pantalón, abandonó esa posición para volver a pararse firme y avanzar a paso lento un par de pasos hacia ella.

-Tienes razón- Habló de pronto, soltando aquello que seguramente la dejaría algo confundida. -Siempre te traté indiferente, como nada más que mi mascota- Admitió, enseriando un poco sus facciones para pasar a mirarla fijamente. -Pero tenía mis razones para ello, y también para enojarme al saber que le andabas dando tu sangre a ese tipejo- Entrecerró levemente su ojo. -El hecho de que no quiera demostrarlo no significa que no me importes, Louise- Y por la seriedad de su voz, esta vez no dejaba posibilidad de dudar de su palabra. -O de lo contrario no habría salido como rayo a buscarte tan pronto supe que te habías ido- Terminó de acortar la distancia hasta casi acorralarla contra el muro, y sacó una de sus manos del bolsillo para apoyar su antebrazo contra la pared, justo sobre ella para así inclinarse levemente.

Eran raras las ocasiones en las que se mostraba tan serio, y realmente quería que la otra comprendiera lo que sentía.

-Quiero que regreses conmigo a la academia- Volvió a hablar. -Pero no como mi mascota, no te obligaré a permanecer a mi lado si no quieres. Sólo quiero que te quedes allá, si andas sola en el mundo exterior cualquiera puede hacerte algo, por más que trates de negarlo, no puedes contra el peligro que te rodea- Trató de hacerle entender, y lentamente deshizo su posición para devolverle su espacio.

Volvió a guardar su mano en el bolsillo de su pantalón y se giró del lado de la calle, dándole la espalda por unos momentos, esperando a que ella tomara pronto alguna resolución.
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Mensaje por Louise Lindemann Dom Oct 28, 2012 9:52 pm

Pese a que estaba haciendo todo lo posible para calmarse y no terminar lanzándose contra el otro para darle un par de puñetazos más, el escuchar ese tono burlón que el otro empleaba sólo le hacía hervir más la sangre y querer castrarlo con sus propias manos. ¡Le hacía gracia todo lo que le estaba diciendo! ¿Qué esperabas? Es un vampiro farfulló una vocecilla en su cabeza, y fue sólo en ese momento en que se dio cuenta de que ahora estaba comenzando a ver a Bent como un vampiro más.

Pese a querer gritarle varias cosas, se mantuvo callada, sólo porque el pelirrojo había hecho lo mismo cuando ella habló. Aunque mientras más lo escuchaba, más le ardían los ojos a causa de las lágrimas que ella se negaba a soltar y más apretaba los puños. Bent sólo había ido a buscarla porque ella se fue de la Academia, y era probable que Tomas se lo hubiese contado. Pero, ¿por qué no fue a verla durante casi un mes? ¿y que hubiera pasado si el belga no le hubiera dicho de su huida? Nunca se hubiera enterado, y ella ahora estaría en el tren, guardando su maleta en el compartimiento que le correspondería.

¿Acaso necesitó que ella se marchara para interesarse de pronto en su persona? No... él no tiene ningún tipo de interés en ti, sólo dice aquello para convencerte.

Una vez que él terminó de hablar, su celular comenzó a vibrar, logrando sacarla de sus pensamientos y hacer que pegara un leve brinco. Lo sacó de su chaqueta para ver qué demonios era lo que había activado a su aparato, y sintió un nudo en la garganta cuando vio que se trataba de la alarma que se había puesto para recordar a qué horas salía su tren. Ya lo había perdido, y el siguiente no pasaría hasta dentro de una hora. Suspiró frustrada, mientras que dejaba el celular de nuevo en su bolsillo y clavaba su mirada en el pelirrojo.

- ¿Y qué caso tendría volver a la Academia? - murmuró, dejando por un momento su enojo de lado -. ¿Para que aquellas vampiresas me sigan haciendo la vida imposible? ¿Para que otro vampiro me haga su mascota y use mi cuerpo como le venga la gana? - inquirió, mientras que enarcaba una ceja -. Ese lugar es mil veces peor que el mundo exterior, prefiero arriesgarme a estar aquí y ser libre que estar en ese sitio y ser una esclava. Estoy harta de todo eso - susurró, más para sí misma que para el otro.

Bajó la mirada y se abrazó a sí misma, mientras que apoyaba su espalda contra la pared del callejón. No quería regresar a la Academia, no después de haber disfrutado de aquel pequeño espacio de libertad donde no había tenido preocupaciones ni temor alguno. Casi había olvidado lo que era sentir el aire fresco y el sol pegando contra su piel.

- Además, ya te dije que si escapé de la Midnight fue por ti - dijo, en un tono algo quedito, aunque sabía que de todas formas el mayor le había escuchado.
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Mensaje por Bent Densen Sáb Dic 01, 2012 6:13 pm

En todo momento escuchó lo que Louise tenía que decir mientras le daba la espalda y miraba la luna llena que se mostraba en lo alto del firmamento. Sus palabras seguían siendo rudas y cargadas con toda la intención de hacerlo sentir culpable para que se alejara de ella. Lo admitía, no había sido el mejor amo de todos, pero tampoco consideraba que lo que había hecho ameritaba semejante odio. Él la había dejado para que no volviese a pasar lo mismo que con las otras, la había liberado de su control para que hiciera lo que quisiese con ese tipo.

Dejó escapar un suspiro pesado mientras sacaba su caja de cigarros del bolsillo de su chaqueta y el encendedor del pantalón para prender uno de ellos y llevárselo a la boca. Una vez guardados los elementos, introdujo una mano en el bolsillo de su pantalón y con la otra sostuvo el cigarro para dar una calada, dejado que el humo se elevara en el aire.

Como parecía ser que Louise ya no tenía más nada que decir, decidió girarse parcialmente para volver a mirarla.

-Bien, como quieras. Si no quieres regresar a la Academia entonces supongo que no puedo hacer nada al respecto, ya no soy tu amo y eres libre de elegir...- Volvió a girarse hacia el frente para seguir fumando y contemplando la luna. -Haz lo que quieras.

Era tal y como ella lo había dicho, era libre ahora y él iba a respetar eso. Quería ver esta nueva faceta de ella, tenía ganas de esta vez presenciar la verdadera cara de la rubia, una que no se mostraba sumisa ante sus órdenes, para dejar al descubierto a esa mujer testaruda que se atrevió a golpearlo. Sentía que por primera vez tenía la oportunidad de verla a ella tal cual era.

Y tal parecía que sus palabras no le agradaron a la humana, puesto que la escuchó bufar levemente y acto seguido sus pasos resonando por todo el lugar cuando comenzó a alejarse, seguramente molesta. Él por su parte se sonrió divertido, para luego volver a girarse, esta vez por completo y así comenzar a seguirla.

-¿Y bien? ¿A dónde vamos ahora?- Inquirió con cierta diversión, que se acrecentó más en su sonrisa cuando la vio girarse para mirarlo con cierta incredulidad ante su autoinvitación. -Qué, ¿acaso esperabas que te dejara ir sola a quien sabe dónde a estas horas?- Terminó de acortar la distancia hasta quedar a sólo un paso frente a ella. -Cuando dije que hicieras lo que quisieras hablaba en serio, no voy a retenerte. Pero así como tú haces lo que se te da la gana yo también, y ahora se me da la gana seguirte a donde sea que vayas- Explicó, dándole a entender que no se desharía de él tan fácilmente.
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Mensaje por Louise Lindemann Jue Dic 06, 2012 4:46 pm

Arrugó la nariz cuando el olor del cigarrillo inundó el aire. Si había algo que detestara era que fumaran frente a ella, pero nunca se lo había dicho al otro mientras que todavía era su mascota. Ahora que era libre, le daba igual demostrar cuanto desagradaba ese aroma.

Pero lo que más le hizo enfadar fueron las palabras de Bent. Y también le dolieron, más que todos los golpes que había recibido en su vida. ¿Por qué dolía tanto el enamorarse? ¿Y más de alguien que nunca te vería como algo más? Le hubiera gustado que él le suplicara o le insistiera, pero sabía que el pelirrojo no era de esa clase de muchachos, y que nunca lo sería frente a ella. En fin, tal y como lo había dicho él, ella ahora era libre. Podía hacer lo que quisiera, y él ya no tendría derecho alguno sobre su persona.

Casi sin darse cuenta, un bufido escapó de sus labios. Bien, ahora que el otro ya había aceptado su libertad, entonces eso significaba que ya podía irse, ¿no? Casi a paso apurado, comenzó a andar de regreso a la estación. Iría a la taquilla y vería si podían cambiarle el boleto para el siguiente tren, porque en caso de que no pudieran tendría que esperarse hasta mañana para volver a comprar otro ticket. Ya no tenía mucho dinero, así que lo más seguro es que tendría que empeñar alguno de sus objetos personales para al menos tener unos 200 euros...

Pegó un respingo cuando escuchó al mayor hablar tan cerca de ella. Sorprendida y confundida, detuvo su andar para voltear a verle. ¿Por qué demonios le hacía esto? ¿Qué no le había dejado en claro que no quería estar a su lado? Frunció el ceño, con la ira creciendo nuevamente en su interior.

- ¿Por qué? - preguntó, mientras que retrocedía un paso para mantener una distancia prudente de él -. ¿Por qué demonios finges que te preocupas por mí? Y no me salgas con el cuento de que siempre te preocupé, bastardo, porque eso es mentira. ¿Dónde estuviste durante todo este mes que pasó? Nunca me fuiste a ver ni nada de eso. Y estoy segura de que fue Tomas el que te dijo que me fui, ¿verdad? Si no te hubiera dicho nada, tú no estarías aquí, ¡tal vez ni te acordarías de que existo! - entrecerró los ojos al sentir un pequeño escosor que indicaba que no tardaría en llorar. Odiaba llorar frente a los demás, especialmente frente a Bent -. Así que deja de seguirme si no quieres que te meta otro puñetazo o que te castre, imbécil - siseó.

Y sin esperarse a que el otro le respondiera, siguió su camino. Pese a que mordió sus labios con fuerza para aguantarse el llanto, las lágrimas ya habían comenzado a correr por sus mejillas. ¡Que patética y tonta debía de verse!
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Mensaje por Bent Densen Jue Dic 13, 2012 12:54 pm

Escuchó los reclamos que la otra tenía para darle en lo que guardaba aparente calma mientras fumaba el cigarro, hasta que finalmente Louise terminó de descargarse y se giró para irse.

Esperó unos pocos segundos y luego volvió a seguirla, en silencio por el momento y con las manos guardadas en los bolsillos del pantalón. Lo admitía, él no era el mejor expresando afecto ni nada de eso, y había sido bastante maldito con ella. Pero tenía sus razones... además de que era un bruto en cuanto a tratar a la gente respectaba.

Sabía que Louise no iba a dejar enfriar el asunto hasta posiblemente el otro mes, así que tampoco servía de mucho esperar, en especial con la poca paciencia que Bent solía tener. Y con lo tosco que era, ya se veía venir su falta de tacto con tanta naturalidad en su intento por "arreglar las cosas".

-La gente tiene distintas formas de expresar lo que siente según la persona, ¿sabías?- Comenzó tratando de defenderse. Era cierto y admitía que nunca fue a verla, pero eso no quería decir que no la haya tenido en cuenta. -Sabes que no se me da bien expresarme, Louise- Por no decir que también tenía un orgullo de piedra que no podía darse el lujo de romper.

Al no hallar la forma correcta de hablar sin hacerla enfadar más, simplemente optó por suspirar y conversar lo menos posible, porque sabía que sólo estaba metiendo la pata cada vez que hablaba. Pero no podía evitarlo tampoco.

-Es cierto, sí... si tu amigo no me dice no me hubiera enterado sino hasta que ya fuera tarde. Pero vine, y no precisamente para que me digas adiós- Aclaró ahora, recobrando ya sus aires habituales, esa terquedad pero seguridad en sí mismo que le daba su "atractivo" y a la vez generaba en el otro unas inmensas ganas de estrangularlo. Así era a fin de cuentas. -Así que golpéame todo lo que quieras, porque no pienso separarme de ti.
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Mensaje por Louise Lindemann Sáb Dic 22, 2012 9:27 pm

Aquello sí que no se lo había esperado.

Casi sin darse cuenta, poco a poco dejó de caminar. Y las lágrimas siguieron brotando, haciendo que su maquillaje se corriera un poco. Maldición siseó en su cabeza, y en un intento por evitar que el otro la viera así, comenzó a secarse disimuladamente las lágrimas. ¿Por qué le decía todo aquello? ¿Acaso le gustaba verla sufrir?

Sus palabras habían logrado darle un pequeño brillo de esperanza, pero ¿esperanza de qué? Sabía que Bent nunca sentiría nada por ella, y aquello le oprimía tanto el corazón que le dolía más que cualquier herida que hubiese recibido. Huye de allí. Mátalo y huye decía su lado racional. A fin de cuentas, el pelirrojo era un vampiro y ella una cazadora. Pero sabía que si Bent llegaba a morir... si la mínima cosa le ocurría, ella se sentiría fatal. Sería como ver a Axel morir otra vez.

Respiró hondo, y caminó un par de pasos más allá para alejarse de él y tener un poco de privacidad. Sacó su celular y marcó rápidamente un número que se había aprendido de memoria en los últimos días. Tras un par de segundos, una voz masculina respondió al otro lado de la línea.

- ¿Qué sucede? - murmuró, y pese a que sonaba serio, Louise supo que estaba preocupado.

- No podré irme hoy, surgieron... unos inconvenientes - murmuró, y miró de reojo al pelirrojo.

- ¿Estás bien?

- Sí, estoy bien...

- Puedo pasar por ti, Mónica - la interrumpió, y la rubia se molestó un poco al escuchar que el otro usaba ese nombre -. Me tomaría unas ocho horas llegar a Londres, pero podrías esperar por mí hasta ese entonces en alguna cafetería.

- Nein, no será necesario - se apresuró a decir. No quería arriesgarse a que vieran a Bent -. Mañana en la mañana tomaré el siguiente tren, así que todavía podré llegar a tiempo.

Un pequeño silencio se formó en la línea, y justo cuando Louise se estaba decidiendo por colgar y seguir su camino, escuchó como el chico suspiraba, dándose por vencido.

- De acuerdo, pero llámame por si ocurre cualquier cosa.

- Vale - se limitó a contestar, antes de terminar la llamada.

Después de guardar nuevamente su celular, miró por sobre su hombro a su acompañante. Sabía que los vampiros tenían buen oído, y sólo esperaba que el otro no hubiese escuchado su conversación. No pretendía decirle a dónde iba, pensaba huir en cuanto tuviera la oportunidad, y si Bent sabía a donde se dirigía, estaba segura de que la iría a buscar.

Tras negar con la cabeza, comenzó a caminar hacia las tiendas más cercanas. Había visto una casa de empeño cerca de allí, así que se apresuró a llegar antes de que cerraran. Al ingresar, la campanilla de la puerta avisó al dependiente de su presencia, quien rápidamente se colocó en su lugar -puesto que estaba revisando un par de diamantes- y esperó a que la chica llegara al mostrador.

- ¿Qué desea?

- Vengo a empeñar este anillo - murmuró, entregándole el anillo que una vez, hace años, le había dado Axel. Ahora no lo necesitaba, y lo más sano era deshacerse de él.

No quería seguir atada a recuerdos dolorosos.

Esperó paciente a que el señor revisara el anillo para ver cuál era su valor. Sólo esperaba que le alcanzara para rentar una habitación en algún motel u hotel barato...
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Mensaje por Bent Densen Mar Dic 25, 2012 7:42 am

Al ver que Louise parecía encontrarse algo afectada por las palabras que había dicho, decidió dejarle su espacio y se mantuvo fijo en su lugar cuando ella se alejó unos pasos para hacer una llamada.

Bent suspiró y se dio media vuelta para seguir fumando su cigarro mientras miraba la luna, dándole así más privacidad a la otra para que hablara. No era del todo intención suya escuchar su plática, pese a que tenía gran curiosidad por saber a quién llamaba, pero sus sentidos de vampiro indirectamente le permitieron escuchar la conversación, al menos por parte de ella, puesto que estaba un poco lejos para escuchar lo que se decía del otro lado de la línea.

Prestó más atención en cuanto la otra mencionó que se iría mañana por la mañana... sí, ya se esperaba algo así. Sabía que Louise se escaparía de él en el momento en el que no pudiese hacer nada para impedírselo, y ese era durante el día. Ella tenía todo el día para irse a donde quisiera, y probablemente perdería su rastro si se iba muy lejos.

No podía permitir eso...

Tan pronto como Louise entró a una casa de empeño, Bent por otro lado se metió al negocio aledaño para conseguir lo que necesitaba en esos momentos. Al salir, la chica aún estaba dentro, por lo que al esperarla contra la ventana del local, pudo ver por sobre su hombro al voltear y mirar de reojo que estaba vendiendo un anillo...

Terminó su cigarro allá afuera y aplastó la colilla contra el suelo y la suela de su zapato para apagarlo, hasta que finalmente la otra salió de allí.

-¿Lista?- Preguntó para ver a donde se iban ahora. Aprovechó que la otra estaba ocupada contestándole para así tomar su mano y encerrar su muñeca con uno de los aros de las esposas que acababa de comprar, cerrando el otro en una de sus muñecas para así forzosamente quedar unidos.

Sonrió victorioso y divertido ante aquello, y la llave que tenía la deformó con sus dedos para dejarla inservible en caso de que ella se la arrebatara. A fin de cuentas, él podía romper las esposas en caso de que quisiera librarse.

-De este modo no te irás a ninguna parte sin mí, aún si es de día- Sonrió triunfante por su plan a seguir, además de que sentía que de alguna manera recuperaba un poco el ambiente que los rodeaba en la academia al fastidiarla de aquella forma. Sabía que no era el mejor momento para molestar, y que posiblemente para ella no fuese una broma, pero lo que Bent quería en esos momentos era distraerse un poco, y si "jugaba" de aquella forma al menos conseguía relajarse un poco más.
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Mensaje por Louise Lindemann Miér Dic 26, 2012 11:36 pm

- Aquí tiene, señorita - le dijo el dependiente antes de entregarle 200 euros. Louise suspiró, mientras que aceptaba los billetes y pasaba a guardarlos en su maleta. Aquello le bastaba para poder pagar un hotel y su nuevo boleto de tren mientras en lo que llegaba a Alemania.

- Gracias - sonrió levemente y se dio media vuelta para irse de allí.

El sonido de la campanilla se apagó cuando ella cerró la puerta tras de sí. Andaba metida en su mundo, por lo que no notó a Bent hasta que este habló. Ella se encontraba pensando en algún hotel barato cerca de allí, y recordó uno que se llamaba Lidos, o algo así, y que se encontraba a 10 minutos de la estación...

- Mira - murmuró tras suspirar. Le costaba mucho dirigirle la palabra sin gritarle o echarse a llorar -, ya te dije que me dejes... - comenzó diciendo, pero el repentino movimiento que hizo el pelirrojo le hizo pegar un leve chillido por el susto.

Antes de que pudiese reaccionar, su muñeca había sido atrapada por el aro metálico de unas esposas que el otro había sacado de quién sabe donde. ¡Juraba que no las tenía hace unos momentos! La expresión de su rostro fue épica, no lograba quitarse la sorpresa. Parpadeó varias veces antes de que procesara todo aquello.

- ¿Qué...? ¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?! - bociferó, y con desespero tiró de su mano pese a saber que las esposas no cederían tan fácil. La piel de su muñeca pronto comenzó a enrojecer por la fuerza que ella ejercía, y el dolor llegó después.

Sólo dejó de tirar de la cadena cuando sintió que su piel estaba por abrirse. El color rojo resaltaba con fuerza, y el ardor era en cierta parte insoportable. Estaba furiosa, y lo demostró al morder su labio para evitar soltar más maldiciones contra Bent, al cual, por cierto, fulminó con la mirada. Soltó un bufido y miró como la llave con cierta lástima. Tal vez si intentaba doblarla un poco, aún podría funcionar...

- Eres un imbécil sin cerebro - espetó, y para evitar seguir lastimando su muñeca, pasó a intentar quitarse las esposas con la otra mano. Sin embargo ella no tenía la fuerza de un vampiro, por lo que era imposible que las rompiera fácilmente -. Si no me quitas esta cosa, ahora, juro que te arrancaré los testículos y se los daré de comer a un hombre lobo - siseó, volteando a verle fijamente.
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Mensaje por Bent Densen Miér Ene 16, 2013 11:54 am

Asomó una imponente sonrisa triunfal y burlona en sus labios, dejó su brazo suelto para que la otra pudiese examinar con todo detalle el "hermoso regalo" que le había comprado para asegurarse de no perderla de vista. Eran las esposas o una correa, y sabiendo que posiblemente la otra se ofendería si le ponía una correa, optó por la primera opción.

Su brazo se agitó por inercia como un peso muerto cuando Louise comenzó a agitar el suyo también en un vano intento por deshacerse de aquél aro metálico, al tiempo que Bent bostezaba sobreactuadamente mientras que se cubría la boca con la otra mano y volvía a formarse esa sonrisa burlona y victoriosa en su boca. Simplemente no podía evitar sonreír de esa forma ante la escena que acababa de desarrollarse. ¡Había funcionado tal y como lo tenía previsto!

Finalmente soltó una sonora carcajada ante el insulto que muy amablemente le proporcionó la alemana, el cual silenció de inmediato y acompañó con una mueca de terror en cuanto escuchó seguidamente la amenaza. Pero no, tenía que demostrar que era él quien "llevaba el control" allí... Como pudo, carraspeó y la miró serio, queriendo verse autoritario para dejarle en claro que no iba a dar su brazo a torcer.

-Oh, vamos, Louise... no me hagas esposarte la otra mano.
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Mensaje por Louise Lindemann Mar Ene 22, 2013 10:18 pm

Un gruñido escapó de su garganta al escuchar la risotada del otro. ¡¿Le parecía todo eso gracioso?! Si no hubiera sido porque estaban en la vía pública y temía que un policía se acerca, lo hubiera pateado hasta dejarlo inválido o moribundo. Soltó un seco "ja" cuando vio que el otro intentaba verse como el "macho alfa" de la situación. ¿Cómo podía tener aún la necesidad de controlarla? ¡Si hasta él mismo le había dicho que ella ya era libre!

Maldito idiota bipolar

- Quiero ver que lo intentes, niño bonito - siseó, y amenazó con darle un puñetazo con su mano libre.

Pero antes de que pudieran proseguir con su "linda" charla, un par de risas se escucharon cerca de ellos. Cuando la alemana se dio cuenta, ya los tenían rodeados. Eran los mismos hombres lobo de la estación, incluyendo al que Bent había golpeado antes de salir -su nariz seguía roja, pero al parecer ya se había curado-. Louise chasqueó la lengua, más que molesta, no sin antes mirar al pelirrojo y fulminarlo con la mirada, como queriendo decirle "por tu culpa estamos en este lío, zopenco", o algo así.

- Vaya, vaya, ¡pero miren quién está aquí! ¡La zanahoria con colmillos! - se mofó uno de los licántropos. Traía el cabello pintado de azul claramente, ya que sus cejas eran de un tono oscuro, y su cara estaba llena de perforaciones y uno que otro tatuaje -. No creas que nos olvidamos de lo que le hiciste a nuestro amigo en la estación, sanguijuela - gruñó.

- ¡Sí, aún me duele la nariz, bastardo! - espetó el chico de la nariz roja, mientras que señalaba acusadoramente al vampiro.

Louise se sobó el puente de la nariz, mosqueada. Genial, primero tenía que soportar a Bent y ahora aparecía esta pandilla de sarnosos.

- ¿Qué es lo que quieren? Hoy no estoy de humor para soportar sus peleas de "clanes" - murmuró, mirando fríamente a los licántropos.

Uno de ellos se echó a reír, y sin importarle las miradas que le lanzaron el pelirrojo y la rubia, se acercó de lo más tranquilo a esta última.

- Bájale a tus humos, princesita. Sólo le daremos una buena tunda a este chupasangre y si quieres, luego podemos irnos a un motel noso- pero no pudo terminar, ya que de un momento a otro la alemana le había estampado el tacón de su bota en la cara tras una patada, la cual le hizo retroceder mientras que aullaba de dolor.

Los hombres lobo la miraron entre sorprendidos y aterrados, y Louise simplemente se limitó a mirarlos de forma asesina.

- Ya les dije que no estoy de humor - siseó.
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Mensaje por Bent Densen Miér Ene 23, 2013 6:27 pm

Definitivamente, Louise era mucho más "encantadora" ahora que lo trataba como a un igual. Al escuchar sus palabras, jaló un poco de las cadenas de las esposas para atraerla más a él y así mirarla con aquella sonrisa tenue pero burlona y confiada, así como su mirada.

-Oh, perfecto entonces, Lou- Susurró con aquella voz grave pero con un deje de diversión impregnado en esta, sonando de una manera un tanto seductora sin siquiera haberse percatado. Era la primera vez desde hace mucho que sus rostros volvían a estar tan cerca, casi mezclándose la respiración de ambos. Quizá sí extrañaba aquello...

Seguidamente y sin romper el contacto visual, extrajo de debajo de su manga otro par de esposas en un rápido movimiento.

-Veamos qué llega primero... estas esposas a tu muñeca o tu puño a mi cara...- Se estaba divirtiendo, eso se notaba pese a que hacía lo posible por mantener un semblante serio y relativamente sereno.

Pero su pequeño momento mágico se interrumpió cuando el aroma a perro inundó el lugar, llegando en conjunto con las voces de los susodichos. Ignorando olímpicamente la mirada que le dedicó la alemana porque estaba más ocupado centrado en esos tipejos, arrugó el entrecejo con molestia y fulminó con la mirada al tipo que había golpeado antes, haciendo que este se callara y retrocediera como un cachorro asustado detrás de otro más grande. Seguidamente, miró con la misma cara de mala leche al tipo de cabello azul para devolverle el "saludo".

-Ahh, ¿y tú de qué se supone que vas disfrazado? ¿de queso Roquefort caducado, perro azul?- Guardó su mano libre en el bolsillo de su pantalón y se inclinó levemente hacia adelante para provocarlo más con esa sonrisa burlona y mirada desafiante, consiguiendo hacerlo gruñir con molestia.

Fulminó con la mirada al otro sujeto que se acercó de aquella manera tan descarada a la rubia, y justo cuando estaba a punto de incrustarle un puñetazo en la cara para bajarle todos los dientes, Louise lo sorprendió dándole ella misma una patada monumental que lo mandó a volar por entre los demás.

Bent echó un silbido ante aquello y con una sonrisa divertida volvió a mirarla.

-Linda patada... hasta me dejaste a mí también con ganas de divertirme- Y dicho esto, volvió a mirar hacia el frente ampliando su sonrisa, mientras que con su mano libre rompió la cadena de las esposas para separarse de ella y poder saltar directo hacia el perro de pelo azul, estampándole las zuelas de sus botas en la cara y tirándolo al suelo hasta cuartear el pavimento debajo de él por la presión ejercida.

Con una sonrisa claramente divertida, volvió a enderezarse para mirar a los demás y tronarse los nudillos.

-Que pase el siguiente, están de suerte hoy, sarnosos- Aplastó por última vez la cabeza del sujeto para asegurarse de dejarlo bien inconsciente antes de comenzar a caminar hacia donde estaba la gran pelota de hombres lobo, incluyendo al que Louise había pateado. -Les romperé la cara a dos por el precio de uno- Se relamió los labios divertido, antes de que comenzara la mejor parte.

¡Nada mejor que patear traseros de perro para desquitarse!
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Mensaje por Louise Lindemann Jue Ene 24, 2013 7:42 pm

Estuvo a punto de decirle a Bent que se callara y dejara de provocar a los lobos. No quería que algún policía se acercara y se pusiera a interrogarlos. Si descubrían que se había escapado de la Academia sin ser mayor de edad, estaba segura de que esta vez no se limitarían a regañarla y a llevarla de regreso a la Midnight. Ella ya casi tenía 20 años, la policía la vería como una "humana rebelde" y era probable que la mataran.

Pero claro, el hombre "todo lo que hago está bien porque soy mejor que cualquiera" hizo lo que quiso y rompió las esposas para poder ir a patearles el trasero a los licántropos. Normalmente las chicas se hubieran derretido y chillado ante el carácter rebelde e impulsivo del otro, pero Louise no. Ella se dedicó a mirar al otro con pena y optó por centrarse en lo suyo.

Se sobó la muñeca pese a que aún tenía el aro metálico en ella. Le ardía, pero con una gasa y pomada estaría como nueva en cuestión de días; y ahora que el otro estaba tan concentrado en lanzar puñetazos a un par de adolescentes idiotas, ella tenía la mejor oportunidad de todas para echarse a correr hacia la estación y tomar el siguiente tren para largarse de allí de una vez por todas.

Tomó su maleta con fuerza y miró hacia la estación, con el pulso acelerado. En cuestión de minutos podría estar allí y ser libre.

- ... Maldición - siseó, sabiendo que se arrepentiría por la decisión que acababa de tomar.

Se abalanzó contra uno de los lobos, el cual había agarrado un bloque de cemento y se estaba preparando para tirárselo a Bent en la cabeza, quien por cierto estaba de lo más entretenido golpeando a otro de los licántropos. La alemana logró llegar a tiempo para meterle un puñetazo al tipo y derribarlo, ocasionando que sus nudillos le dolieran. ¡Era casi como si golpeara una pared!

Contuvo la respiración al escuchar un pitido a lo lejos, y al momento de girarse pudo contemplar como tres policías se acercaban hacia donde ellos estaban. Eran humanos, al parecer, ya que corrían a la velocidad promedio de uno. Soltó un par de maldiciones por lo bajo y sin pensárselo mucho, sujetó al pelirrojo de un brazo para jalarlo y comenzar a correr lejos de allí.

No supo por cuánto tiempo corrió, y ni siquiera se detuvo a ver si los policías los seguían o no. Por su mente pasaban las diferentes leyes que estaban infringiendo al huir de la ley, y de haber estado en otra situación habría pedido disculpas y se hubiera reprendido a sí misma. Sólo paró su carrera cuando el aire comenzó a faltarle; se apoyó contra la pared de un bar que había por allí y respiró a grandes bocanadas, queriendo que sus pulmones se volvieran a llenar de oxígeno.

Pero sabía que el sólo correr no serviría de nada, y escuchó el pitido del policía cerca de allí. Así que, en un movimiento desesperado, sujetó a Bent de los hombros, lo estampó contra la pared y le besó. Claro está, sólo hizo aquello para que el policía pasara de largo y no les viera, así que le soltó una vez que se encontraron "fuera de peligro".

- Estuvo cerca... - jadeó, cansada y sin aire, mientras que miraba el camino por el cual se había ido el policía, esperando que no se regresara.
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Mensaje por Bent Densen Mar Ene 29, 2013 8:06 pm

Bent se encontraba de lo más entretenido aplastando casi frenéticamente la cabeza de un hombre lobo contra la acera cuando consiguió derribarlo también, y tras soltar un par de carcajadas un tanto cansadas por tanto movimiento -pese a que no necesitaba aire- aunque con la misma insana diversión maliciosa que le suponía el patear traseros de lobo, se vio repentinamente jalado hacia un lugar lejano por la rubia, quien lo sujetó para casi arrastrarlo en una carrera en la que después de unos momentos pudo ver que eran perseguidos por policías.

Otro movimiento abrupto e impredecible por parte de Louise lo hizo casi derrapar en cuanto lo obligó a meterse entre un pequeño callejón bastante estrecho, formado entre el espacio de un bar y otro negocio que se veía abandonado. Como era de esperar, no había iluminación en un lugar tan descuidado y pequeño, por lo que la oscuridad ayudó a encubrir la falsa imagen que quiso dar la alemana en cuanto volvió a sorprenderlo con un movimiento improvisado cuando lo besó para simular ser una típica pareja calenturienta buscando privacidad.

Bent se mantuvo tranquilo durante ese rato en el que el tiempo pareció transcurrir más lento. Los labios de Louise se sentían húmedos y cálidos contra los suyos, dándole así una sensación agradable. Aunque quizá fue más bien esa calidez la que hizo que el frío aire nocturno que pasó entre ellos luego de haberse separado se sintiera más gélido que de costumbre.

Estaba claro que la rubia en ese momento estaba más preocupada por evadir a los policías que otra cosa, ya que ni siquiera le estaba poniendo atención al estar centrada mirando hacia la boca del callejón.

-No estamos a salvo todavía- Fue todo lo que dijo.

El vampiro aprovechó su oportunidad y sin pensárselo dos veces la sujetó de uno de sus brazos, pegándola de golpe a él y haciéndolos girar contra la pared para encerrarla entre el concreto y sus brazos, antes de volver a besarla casi con la misma suavidad que el anterior.

Casi como si el destino manipulara los hilos para cortar las razones para separarse, un último policía pasó corriendo a toda velocidad por la calle en un intento desesperado por alcanzar a los otros, y el pelirrojo no cortó el beso sino hasta haberse asegurado de que los pasos del sujeto se perdieron con el ruido de la ciudad.

Despacio y con una suavidad bastante inusual en él, se separó de ella para que esta vez la calidez de sus labios tibios no desapareciese tan pronto de su piel fría. Con una mirada tranquila pero con sus facciones un tanto endurecidas en una expresión seria, llevó despacio una de sus manos hasta una mejilla de ella para acariciarla levemente, sin romper el contacto visual.

A decir verdad, desde que la había encontrado este era el momento más tranquilo por el que estaban pasando. Si iban a arreglar las cosas o llegar a algún acuerdo lo mejor era hablar ahora o callar para siempre, y era algo que Bent sabía a la perfección, después de todo, una oportunidad como esa no volvería a presentarse tomando en cuenta el carácter complicado de los dos... pero antes de hablar él quería ver primero las reacciones de Louise. Quería saber si ella lo iba a aceptar, gritarle o iba a golpearlo por haberla besado.
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Mensaje por Louise Lindemann Vie Feb 01, 2013 8:33 pm

Se permitió relajarse y respirar el aire que le hacía falta en los pulmones a causa del pánico y de todo el ajetreo reciente. Ni siquiera cuando se encontraba en la resistencia había pasado por momentos de tanta tensión, ¡a este paso le daría un paro cardíaco o algo así! Sin embargo, mientras más despejada se encontraba su mente, más rápido se dio cuenta de lo que acababa de hacer.

Había besado a Bent.

Los colores se le subieron al rostro, y sin dejar de ver hacia la entrada del callejón, comenzó a inventarse toda una excusa en la cabeza. Lo había hecho por los nervios y el estrés del momento, ¡así que no podía reclamarle ni nada! Eso es, ¡fue por culpa de la situación! aseguró su fuero interno.

Pero antes de que pudiera decirle algo para aclarar las cosas, el otro ya se le había adelantado. Louise no pudo evitar mirarle raro al escucharle, y pegó un leve chillido en cuanto la acorraló contra la pared.

- ¡¿Q-qué demonios...?! - espetó, molesta, pero sus labios fueron sellados en cuanto el pelirrojo le besó.

Se quedó helada a causa de la sorpresa. Realmente no se había esperado que el otro le besara, ¡jamás! Bent nunca había sido de esos que demostraban cariño, y nunca había tenido ese tipo de gestos con ella. Una parte de ella quería apartarlo, abofetearlo y de ser posible patearlo en la entrepierna hasta dejarle estéril (más que nada porque seguía bastante molesta con él), pero aquella otra parte suya, la cual había logrado mantener bajo control hasta ese momento, mandó al carajo todo y le hizo corresponder el beso. Hasta cerró los ojos para disfrutar más del momento.

No notó al segundo policía que pasó corriendo por allí; de hecho, ya ni recordaba porque habían estado corriendo, cómo fue que terminaron en ese callejón o porque no estaban en la Academia. Sus mejillas comenzaban a arderle a causa del sonrojo y su corazón estaba palpitando con tanta fuerza que creía que se le saldría del pecho.

Sin embargo todo eso se desvaneció cuando se separaron. No pudo evitar soltar un mohín ante aquello, y pese a que el mayor lo había hecho bastante lento, para ella fue repentino y rápido. Quería seguir besándolo.

Y fue en ese momento que se dio cuenta de lo que estuvo a punto de hacer. Si hubiera tomado el tren, ella ahora se encontraría a kilómetros de distancia, y si todo marchaba bien, para mañana se encontraría en otro país. Y no volvería a ver a Bent. Aquella idea realmente le aterró, y al mismo tiempo le enojó. ¿Qué hubiese pasado si él no la hubiera ido a buscar? ¿O si durante todo el mes pasado, se hubiera dignado a ir a verla? ¿Estarían en esta situación ahora, o todo sería diferente? Un nudo se le formó en la garganta y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

Sin siquiera detenerse a pensarlo, comenzó a golpear al otro en el pecho, molesta. Pero no aplicó demasiada fuerza como hubiera querido, más que nada por culpa del vacío que se había formado en su pecho y que se estaba liberando de una forma u otra con su llanto.

- ¡Eres un imbécil, un idiota, un cabezota, un bueno para nada, un hijo de puta, un tarado, subnormal, pervertido...! - espetó entre golpe y golpe, hasta que al final su voz se quebró y pasó a sollozar en voz baja. Sus manos se aferraron a la camisa de él y en un intento por evitar que la siguiera mirando, agachó la mirada. Ya le importaba poco el mostrarse así de vulnerable frente a él -. No lo entiendo - balbuceó como pudo, mientras que sorbía un poco con la nariz -. No entiendo porque te quiero en vez de odiarte...
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Mensaje por Bent Densen Jue Feb 21, 2013 10:19 am

Se quedó en silencio, quieto, aguardando por una reacción por parte de ella tan pronto se separó de sus labios. A como se encontraba ahora realmente no sabía qué esperar de Louise. Probablemente lo patearía, o le daría alguna bofetada y saldría corriendo... o en su caso, puñetazo, ella ya se había soltado lo suficiente con él como para golpearlo con confianza.

Al final ella comenzó a golpearle el pecho para descargarse un poco, aunque sabía que no le estaba pegando en serio y era más bien alguna clase de acto reflejo por la situación. Los golpecitos apenas lo sacudían con una mínima fuerza, sólo la suficiente para que su cabello se moviera levemente ante cada pequeño impacto. La miraba con una mezcla de seriedad y culpa, ya que sentía cierto pesar en su pecho por ver que todo este tiempo, ella se había aguantado todo eso. Y que había caído en ese estado por culpa de él.

Si bien no podía decir que las palabras de la otra lo tomaron por sorpresa, tampoco podía estar en paz consigo mismo. Quizá ambos ya eran conscientes desde hace mucho de aquél sentimiento, pero demasiado tercos como para reconocerlo. En especial él, se conocía lo bastante bien como para saber que le costaba un inmenso trabajo el reconocer que sentía algo por otra persona, más si se trataba de alguien tan testarudo como él.

Tanto tiempo rehuyendo de aquello había desembocado en la situación actual. ¿Iba a seguir siendo tan estúpido como para dejar que se siguieran lastimando de forma despiadada por su tonto orgullo?...

Sus manos se alzaron a la altura de sus brazos, queriendo abrazarla. Pero titubeó unos momentos, sin saber si era buena idea o no tocarla en ese estado. Finalmente cedió y decidió abrazarla despacio, con un cuidado casi ajeno a él cuando la otra se puso a llorar. Quería hacer algo para contentarla y calmarla, pero siempre fue muy malo para expresarse con las palabras, y si lo intentaba más bien acabarían peor que como estaban. Aunque también sabía que si intentaba remediarlo mediante sus acciones, Louise de igual modo reaccionaría mal porque estaba molesta y alegaría que sólo quería tocarla y ese tipo de cosas. Las mujeres eran tan complicadas...

Respiró hondo, aunque no lo necesitaba al ser vampiro pero le servía para calmarse. Al final optó por estrecharla entre sus brazos y saltar del acantilado a lo que sea que le esperara allí abajo.

-Lo siento. Sé que soy un idiota, y sí, tienes todo el derecho de reclamármelo y desquitarte por todo lo que te hice- Habló finalmente. Se estaba arriesgando demasiado, ya que al no estar acostumbrado a hablar sobre ese tipo de cosas, bien podía estar metiendo la pata o sonando bastante torpe para la situación, pero bueno, era lo más que podía llegar a hacer... -Probablemente no me creas y me golpees de nuevo... cosa para la que ya estoy preparado- Añadió por lo bajo mientras desviaba la mirada de manera disimulada. -Pero quiero que sepas que... que...- Se quedó trabado, sin poder continuar.

Frunció un poco el ceño y desvió la mirada. ¡Por los mil demonios! Expresarse con palabras era tan difícil... no podía simplemente decir "también te quiero", toda su imagen se iba al carajo si lo hacía, y no se sentiría él mismo si decía aquello. Besarla era una opción para transmitirle el sentimiento, y le dejaría en claro sus intenciones porque un beso suave era perfecto para hablar por él mismo, tal y como había demostrado con el anterior. Pero por otro lado, si quería demostrarle que la quería, quizá la mejor opción era hacer el esfuerzo de pronunciarlo, sólo por ella.

Respiró hondo y trató por todos los medios de no sonar como uno de esos estúpidos y cursis actores de las noveluchas románticas.

-Tú... eres muy importante para mí- Completo finalmente con las palabras que le parecieron adecuadas para el momento. -No quiero perderte, pero tampoco quiero atarte a mí, así que no sé qué hacer al respecto- Confesó, sin soltarla en ningún momento. -De ser posible, quisiera que regreses a la academia conmigo. No te pediré que vuelvas a ser mi mascota si no quieres hacerlo, pero me sentiré más tranquilo sólo si regresas. Necesito tenerte cerca mío.
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Mensaje por Louise Lindemann Lun Mar 11, 2013 10:30 pm

Soy una tonta murmuró en su cabeza, mientras que su cuerpo se sacudía levemente a causa de los sollozos. Nunca había llorado frente a Bent, principalmente porque creía que sus sentimientos no le importarían a él. De hecho había vivido todo ese año pensando en que ella no era más que un simple "objeto bonito" que el otro usaba para presumir.

Y se culpaba a sí misma por haber sido tan idiota, por haberse dejado engañar, por haber estado a punto de huir y por encontrarse llorando en esos momentos. Si había algo que ella más odiara, era mostrarse así de vulnerable.

Jadeó por la sorpresa al sentir que los brazos de él la rodeaban tímidamente y de una forma bastante delicada e inusual en el pelirrojo. Decir que aquello le había sorprendido era quedarse corto. Bent nunca la había tratado así, pero bueno, en esos últimos momentos el chico había demostrado tener diferentes facetas además de la que siempre le había mostrado. ¿Realmente había conocido al vampiro en todo este tiempo que habían estado juntos? La respuesta era no, y aquello le dolía más. De haber platicado el uno con el otro acerca de sus problemas, nada de esto hubiera ocurrido.

Las cosas serían diferentes.

Intentó calmar su llanto, enfocando su mirada en algún punto de la oscuridad del callejón, mientras que su cabeza se pegaba al pecho de él a causa de su abrazo. Tal vez Bent no tuviera la misma temperatura de un humano, pero aún así su pecho era cálido. A lo mejor era por el calor que ella misma emanaba. Se centró en el ritmo suave de su corazón y en la forma en la que su cuerpo encajaba con el de él. ¿Siempre había sido así o aquello se debía a la situación por la que ahora estaban pasando?

Sus mejillas se sonrojaron y su corazón comenzó a latir desembocado ante sus palabras. Comenzaba a sentirse más viva de lo que había estado durante todo el mes pasado. ¿Realmente Bent la quería? Una parte de ella le decía que a lo mejor mentía con tal de que regresara a la Academia, pero pese a ello, estaba segura de que le decía la verdad.

A pesar de que deseaba dejar de llorar, las lágrimas volvieron a salir por montones de sus ojos. Lo abrazó, aferrándose a la tela que cubría su espalda con cierta desesperación. Temía que todo fuera una ilusión y que él desapareciera de un momento a otro.

- Y-yo... - comenzó diciendo después de unos momentos, cuando al fin logró encontrar su voz entre su llanto insistente -. N-no... no quiero alejarme de ti - murmuró y ocultó su rostro contra su torso. La timidez comenzaba a invadirla, por lo que si le veía en estos momentos, comenzaría a balbucear cosas sin sentido -. Aún si regresara a la Academia, si no tengo Amo me tendrán que asignar a uno para poder graduarme, y-y... n-no quiero estar con alguien que no seas tú - confesó.

El imaginarse que otro hombre la tocara le provocaba que los vellos de la nuca se le erizaran y que tuviera ganas de vomitar. A su mente acudían los recuerdos de cuando Kei intentó propasarse con ella en la biblioteca, lo que hacía que ella comenzara a sentirse sucia. Y si eso había hecho él, no quería imaginarse lo que le harían otros vampiros.

No decía que Bent hubiese sido una santa paloma cuando se conocieron, pero ahora era diferente. Tal vez desde hace mucho había sido diferente.

- Lamento todo lo que hice - se disculpó al fin. Después de todo, ella había tenido la culpa de lo que había ocurrido. Si bien no había dicho nada por temor a que lastimaran a los que más quería, pudo haber hecho a un lado su temor y sumisión hacia los vampiros y le hubiese pateado el trasero al otro. Y lo haría en caso de regresar a la Academia -. Tienes todo el derecho a enojarte conmigo y odiarme - con un gesto despreocupado, se encogió de hombros, como queriendo decirle que no le importaría. A fin de cuentas, se lo merecía.
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Mensaje por Bent Densen Miér Mar 13, 2013 9:50 am

En su mente ya se había preparado para ser pateado, abofeteado, defenestrado, recibir la mayor cantidad humanamente posible de insultos y la paliza de su vida dada por una mujer... pero sorprendentemente, Louise no pareció tener intenciones de torcerle el cuello cuando la abrazó y comenzó con su intento de disculpa para hablar con ella y hacerla entrar en razón.

Nunca imaginó que Louise cedería de esa manera, aunque si bien sus palabras podrían haber causado algún efecto en ella, lo cierto era que ella sola se dio cuenta de todo lo que estaba pasando. A decir verdad, Bent no tenía ni idea de como reaccionar en esos momentos. ¿De verdad le había salido bien a pesar de que era demasiado torpe con las palabras?...

Fuese lo que fuese lo que la hizo recapacitar, él estaba realmente contento y aliviado de que así fuera. En silencio, escuchó todo lo que ella tenía para decir, sin poder evitar sorpenderse un poco ante sus últimas palabras. Casi parecía una niña regañada, y si así era como se sentía entonces él tampoco podía dejarla cargar con toda la culpa cuando gracias a sus suposiciones y actitud impulsiva contribuyeron a todo lo que estaba pasando.

-No podría odiarte... no te odié ni cuando cancelé el contrato contigo- Aclaró, colocando sus manos sobre los hombros de ella para verla a los ojos. -Escucha... me precipité aquél día, estaba molesto...- Comenzó diciendo, sin saber muy bien como expresarse. -Mis mascotas anteriores me engañaron con otros tipos y dejaron que otros bebieran de ellas... cuando fui a alimentarme de su sangre, las maté por accidente porque ellas ya no podían soportar perder más... no quise que pasara lo mismo contigo, y me enfadé mucho cuando lo supe, por eso decidí romper todo vínculo entre nosotros para que hicieras lo que quisieras- Soltó un suspiro antes de retirar sus manos de los hombros de ella para guardarlas en los bolsillos cuando miró hacia otro lado.

-Lo que intento decir es que... yo también me equivoqué- Y cómo dolió pisotear su enorme orgullo con esas palabras. No podía creer ni lo que había dicho, pero ahora que estaba en el estanque de lodo, al menos iba a terminar de cruzarlo. Volvió a mirarla, más decidido ahora. -Si estás dispuesta, podemos empezar de nuevo... intentaré no ser tan testarudo esta vez... sólo quiero que regreses conmigo.- Finalizó y terminó de llegar al otro lado del estanque enlodado... ahora sólo esperaba encontrar algo en la superficie que valiera la pena.
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